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Desarrollo Social

Desarrollo Social


La Cumbre Mundial celebrada en Copenhague del 6 al 12 de marzo de 1995, a diferencia de otras conferencias de la agenda social de la ONU en la década de 1990, no tuvo precedentes. Fue la primera gran reunión internacional que se llevó a cabo sobre el tema del desarrollo social.

Este hecho se expresa en el primer párrafo del preámbulo de la Declaración Política y Programática solemnemente adoptada en la ocasión por los gobernantes presentes o representados en la capital danesa, en los siguientes términos: “Por primera vez en la historia, por invitación de los Estados Unidos, nosotros, Jefes de Estado y de Gobierno, nos unimos para reconocer la importancia del desarrollo social y el bienestar humano para todos, y para dar a estos objetivos la más alta prioridad, ahora y en el siglo XXI”. Puede parecer paradójico para cualquier observador de la historia de los tiempos modernos que la primera conferencia multilateral de gran envergadura sobre el tema del desarrollo social se haya producido precisamente en el momento en que el neoliberalismo, como alternativa "eficiente" al llamado estado de bienestar, y el culto al mercado, como factor "natural" de regulación de la convivencia social, constituían la ideología dominante a escala planetaria. Esta paradoja es real, pero recién se materializó un año y medio después del lanzamiento de la idea de la Cumbre, por parte de Chile, en 1991, en el ámbito del Consejo Económico y Social de la ONU, a través de su aval consensuado por la Asamblea Gen

eral en 1992, destacándose durante el proceso preparatorio del evento. En los compromisos y propuestas de acción adoptados en Copenhague, en 1995, tal paradoja sólo se configurará parcialmente, mientras que otro tipo de contradicciones se harán evidentes. La primera paradoja en relación con la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social reside en que la propuesta para su realización fue aceptada más rápidamente por los países desarrollados que por el conjunto de los países en desarrollo. Y tiene una explicación.

Por serias que fueran las preocupaciones con el tema y las motivaciones de los creadores de la propuesta, la resistencia encontrada entre algunos países en desarrollo, en la fase inmediatamente posterior al final de la Guerra Fría, tuvo su razón de ser. El triunfalismo de Occidente desarrollado con el derrumbe del antiguo bloque comunista y la supuesta victoria del liberalismo sobre el "socialismo real" y el centralismo burocrático estatista se reflejó, entonces, no sólo en la noción de "nuevo orden internacional" defendida por el presidente Bush dentro del Grupo de los Siete ("club" de los países más ricos) vista de manera más amenazante por el resto del mundo por estar asociada a la difusión concomitante de nuevos conceptos dudosos, como el "derecho de injerencia".

También se reflejó en la insistencia con la que algunos países desarrollados esgrimieron la noción de buen gobierno, o "buen gobierno", que incluía una crítica dirigida a los países del Tercer Mundo como el lugar exclusivo del desperdicio de recursos y la corrupción gubernamental, en lugar de, por supuesto, la Operación Manos Limpas en Italia, que puso patas arriba el actual sistema político del país, y la publicidad de escándalos de corrupción más individualizados que involucran a gobernantes de varios otros países desarrollados.

Por lo tanto, los representantes de los países en desarrollo en la ONU temían que la conferencia propuesta se convirtiera en un foro de censura Norte-Sur, en el que los países ricos tratarían de imponer nuevos tipos de condiciones a la asistencia y cooperación internacional.

En estas circunstancias, fue necesario que el Representante Permanente de Chile ante las Naciones Unidas, Embajador Juan Somavía, como representante especial del Secretario General para tal efecto, realizara consultas sobre el tema durante más de un año, razón por la cual la Asamblea General decidió convocar la reunión mundial, a nivel de Jefes de Estado y de Gobierno, en Copenhague, en 19952, declarándose “convencida de la necesidad de mejorar el componente social del desarrollo sostenible para lograr el crecimiento económico con justicia social, (…) el disfrute de los derechos humanos , que incluyen los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales, como objetivos interrelacionados", y señalando que "la pobreza, el desempleo y la integración social están entrelazados en todas las sociedades, con un impacto particularmente profundo en los países en desarrollo".

Para el envío de las discusiones y la preparación de los documentos a ser considerados en Copenhague, la Asamblea General estableció un Comité Preparatorio que se reunió en sesiones formales e informales de abril de 1993 a enero de 1995 abiertas a todos los Estados Miembros de las Naciones Unidas, representados por delegados especialmente designados para tal fin por los respectivos Jefes de Estado y de Gobierno, así como por organismos internacionales. Se instruyó a la anteriormente desatendida Comisión de Desarrollo Social para que llevara a cabo


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